sábado, 1 de enero de 2011

El río Isábena - fuente de vida y belleza (Diario del AltoAragón)


Brumas en el entorno de Barasona.

Dijo Leonardo da Vinci que "el agua es el vehículo de la naturaleza"; Está formada por las lágrimas de las nieves y de las lluvias, de los rocíos que se adhieren a las plantas y a las flores, a las rocas y las hierbecillas para desprenderse y deslizarse hasta el arroyo y luego al río.

ANTONIO MARTINEZ  266/12/2010
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ALTO ISÁBENA.- El río que se abre camino ya desde el momento que se despeña de las cumbres y se convierte en sendero en el conglomerado de esas lágrimas que son gotas de agua. Y el río es fuente de vida y belleza deslumbrante en el que hierbas, piedras y hojas secas caídas se lavan la cara para sonreír al hombre; y se deja acariciar por ellos y los peces, que también juegan con sus perlas transparentes; y también las aguas del río se dejan acariciar por la luna del verano y del invierno; lo mismo que las estrellas… "Yo soy el río que viaja" (J.Heraud), en busca de aquellos que tienen sed; de aquellos que lo necesitan.

POR EL ISÁBENA

El otro día, no importa cual, y como en otras ocasiones, a lomos del cuatro ruedas, emprendimos el camino con Ángel y fuimos al encuentro de la Ribagorza por el Isábena, en una mañana que amanecía con brumas pero apacible, como todo el territorio, con un silencio que te permite gozar en el Valle, con sus variados contrastes en la paleta de colores de sus vestimentas, incluso del blanco puro de la nieve de la Sierra de Sias y del Turbón, que ponía algún impedimento y se resguardaba con la boira de esa parte del Condado. Pero aún así es bello.

El río tiene vida entre los picos del Gallinero y Cibollés, junto a la Tuca de Urumella, y la fuerza y constancia de sus aguas ha formado bellas gargantas y desfiladeros en los que el hombre encuentra los placeres del misterio para su recreación. Ahí está el mejor ejemplo que es el Congosto de Obarra, alimentándose asimismo de aguas de la Garganta de Espés y de la vena de Villacarlí para bajar hasta Biescas de Obarra; luego se añaden las escorrentías del Barranco de las Codoñeras y del Pou, ya cerca del mítico asentamiento de Roda de Isábena, hasta rendirse obligadamente al Ésera en Graus hasta casi besar a Joaquín Costa, que tuvo sueños para la grandeza de esas aguas redentoras que, además, proporcionan el gran espectáculo de la belleza cercana. Su camino de vida en solitario, con el añadido de sus arroyos afluentes y escorrentías, no es muy largo, pues sólo se mide en unos 70 kilómetros.

EL SENDERO DEL RÍO

Atrás queda Graus y te encuentras con Capella, famosa por la trasformación de productos cárnicos, lo mismo que Graus, y ¡vive Dios! que es cierto, pues uno que ha degustado la "gallina trufada y las longanizas que han dado lugar a una gran fiesta, debe agradecer esos sabores que son placeres para el paladar e incluso para la vista. En Capella el río avanza con majestuosidad, arrogancia y nobleza para entregarse al Ésera, y el puente románico lo adorna todavía más con sus piedras y arcos ordenados para no impedirle el paso y dejarlo que termine su misión.

A derecha e izquierda el caminante puede elegir los descansos en Pociello o en el Soler, y, más adelante, Laguarres, que tiene un precioso lugar de oración en su iglesia parroquial, y no digamos nada de sus calles, que te hablan a grito pelado de un pasado señorial; junto al camino la Ermita que marca su edad: Siglo XI, y, a su lado, los cipreses que acompañan a las moradas de quienes ayudaron a la historia de los lugares… y el Isábena se deja contemplar haciendo suaves ruidos en sus pequeños saltos por los cantos rodados y en sus caricias a la vegetación que, en algunos tramos, conserva los colores otoñales antes de rendirse al invierno.

Un indicador señala, como si fuera la mano de una estatua de Colón, el camino a Lascuarre y Castigaleú por la Sierra del Castillo de Laguarres. Más adelante, La Ribera, Salanoba, donde yergue su ancestral carrasca; La Colomina, otro lugar con encanto y mágico que te invita a un descanso para asomarte al río y mirar hacia el sotobosque y el bosque; de pronto Roda de Isábena, otro lugar de oración y meditación para reposar el alma en su Catedral; de piedras ancestrales en las que San Ramón consagró tantas veces la Hostia y el Vino entre el incienso y el olor a Cielo. En muchas ocasiones he escrito que este u otro lugar "bien vale una misa o un cursillo de cristiandad"... Roda de Isábena merece ambos y también una bula papal.

Abajo, a sus pies, el puente románico que permite el paso hacia la otra vertiente del valle y donde las entrañas de la tierra guardan secretos que son exclusiva de los científicos por sus formaciones geodésicas con rincones de extraordinaria belleza que las refresca el río.

Casi despertamos a las gentes de la Puebla de Roda a nuestro paso, igual que el panadero que estaba repartiendo el pan de ese día; el viernes volvió a repartirlo para la celebración de la Nochebuena y los Tiones. También merece entrar y pisar sus recintos. Luego Serraduy, villa preciosa donde las haya para recrear los cinco sentidos y seguir oyendo la cantinela del río. A su derecha e izquierda más goces para el humano si entras en Villacarli, Torre la Ribera, Pardinella o Visalibons antes de llegar a otro señorío como el de Beranuy; los núcleos de Las Herrerías o Raluy hasta el Monasterio de Obarra, poco a poco reconstruido y que nunca se debió dejar en el olvido durante tantos años; como el de Alaón… y allá arriba Bonansa, que está bien guardada; otro de los lugares donde el peregrino puede encontrar buen descanso en buenas posadas y mejores carnes y su majestad la trucha única por su crianza D.O. del Isábena, para un tranquilo yantar.

Al otro lado Las Paúles, donde el Isábena se va haciendo río; un lugar de tradiciones y de núcleos más que mágicos entre el silencio del Turbón, sus otoños indescriptibles y resguardado por Castanesa, Gallinero y Basibé. En Laspaúles se guardan misterios y leyendas que te pueden contar los del lugar... y mejor en estos días, junto al fogaril.

De la fauna y flora, el peregrino puede disfrutarla en toda su amplitud con sus múltiples variedades, además, hoy el escribano prefiere pintar en su alma cuanto ha gozado en y por el camino... una belleza de pequeños y grandes detalles siguiendo río arriba el Isábena. Por cierto: al bajar por el Congosto de Olvena nos detuvimos en el Puente de La Sierra para comprobar si podíamos distinguir las lágrimas del Isábena mezcladas con las del Ésera, pero ya daba lo mismo porque llegaban juntas al Cinca para hablarle de sus vidas.

Adoración de los reyes (detalle del sepulcro de San Ramón ) Catedral Roda de Isábena

Si quieres saber mas de  Roda de Isabena, visita la página "mis vacaciones"

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